El renacimiento de una idea arcaica
La palabra Kabbalah quiere decir “aquello que se recibe” o “tradición”. Psicológicamente, es una disciplina para recibir, abrirse a la vida.
Aunque el tema es de origen judío-medieval, fue apropiado por cristianos y otros interesados en el hermetismo, el tarot, la alquimia, la astrología y otras líneas esotéricas. Incluso dentro del judaísmo hay muchas variantes de Kabbalah separadas por intensiones y costumbres.
Ese proceso histórico hace que la Kabbalah no sea una sola. Sin embargo, todas sus variantes son válidas porque están fundadas en verdades psicológicas arcaicas que veremos.

Mircea Eliade, el más reconocido historiador de ideas religiosas, postuló que la primera experiencia espiritual fue la de sentirse centrado.
En su gran obra La historia de las ideas religiosas, Eliade se refiere al ser humano y a su posición erguida y expresa que es lo que sucede cuando nos centramos:
“Precisamente gracias a la postura vertical... el espacio queda organizado en torno al cuerpo humano, como extendiéndose por delante, por detrás, a derecha, a izquierda, por arriba y por abajo.
A partir de esta experiencia original, la de sentirse ‘proyectado’ en medio de una extensión aparentemente ilimitada, desconocida y amenazante, se elaboran los diferentes medios de orientatio, pues no se puede vivir por mucho tiempo en medio del vértigo provocado por la desorientación”.
Lo que aquí sostiene el historiador es que para calmar la desorientación ideamos formas de orden. A raíz de esa experiencia original, de sentir el centro del cuerpo en relación a la periferia que alcanza la vista, se elaboran medios de orientación interior, en otras palabras, tradiciones esotéricas.
Un ejemplo de ello lo podemos observar en el Alma Mundi de Robert Fludd (1574 - 1637) donde ilustra los contenidos de cuatro niveles: naturaleza, planetas, cielo y divinidad. Más tarde veremos más sobre estos cuatro mundos.
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Esa búsqueda de orientación está en la Kabbalah, así como en todas las tradiciones.
De hecho, el libro más antiguo que usaron los kabbalistas, el Sefer Yetzirah, elabora una forma de orientación que llamamos el Cubo del Espacio, en el cual existe un centro que mira a todas las caras del cubo.

Asimismo, el mandala kabbalístico, el Árbol de la Vida, también tiene su centro, como sucede en muchos mandalas.
Aquí vemos un Árbol artístico de la tradición Rosacruz.

Mandala dibujado por el psicólogo Carl G. Jung.

Este es un Árbol de la Vida redondo comprado en París en el 1280.

Muy similar a este y muchas otras Tankas tibetanas.
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Todos estos mandalas se usan para ayudar a centrar al practicante que busca una experiencia interior. Centrados, nos alejamos de la periferia y nos movemos hacia dentro.
Estar centrado alude a orden, maduración y sabiduría espiritual. Según Eliade, eso sucede debido a que el centro es en realidad un centro de centros en el que se unen lo físico, lo psicológico, el espíritu del lugar y el momento. A veces llegamos a sentir lo sagrado que une todos estos niveles en nuestro cuerpo.
Con todos los centros alineados, los recursos de cada nivel pasan a ser accesibles a los otros y es en ese momento que nos sentimos verdaderamente completos.
Trescientos años antes del Renacimiento italiano se produjo el Renacimiento medieval del siglo XII. Precisamente durante ese exponencial apogeo cultural es cuando nace la Kabbalah a la vez de las primeras universidades de Europa.
En ese mismo período y lugar donde nace la Kabbalah, en el sur de Francia, florecieron los gnósticos cátaros, exponentes de una religión que emplea el conocimiento, o gnosis, como forma de salvación. Esto es importante porque la Kabbalah se nutre del gnosticismo.
En el sur de lo que hoy es Francia, los cátaros presentaron una poderosa alternativa a la Iglesia que los vio como herejes. Una de las primeras cruzadas fue contra ellos.
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También en el siglo XII, y en la misma área geográfica, surge el amor cortés, romántico, con trovadores alabando a una dama terrenal con el poder de transformar a un bruto militar en un caballero.
En esta misma área y tiempo también floreció el culto a María, la madre de Dios según la fe cristiana.
Los kabbalistas respondieron a la nueva importancia de María con lo femenino de Dios mismo, mucho más allá de ser su madre terrenal. Este desarrollo de lo femenino en Dios cambió la teología del judaísmo para siempre y es la contribución más impactante de los kabbalistas.
Esta pintura de María es de El Greco (1541 - 1614).
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El primer grupo kabbalístico conocido por la historia, el Círculo, postula en sus escritos una Sofía Primordial como el poder de la creatividad de Dios.
De allí puede entenderse que sin Sofía o Sabiduría, nada se mueve. Como veremos, Sofía fue clave en el desarrollo de la Kabbalah.
En otros contextos, Sofía aparece como La Shekhinah, es decir, La Presencia de Dios, la que nos acompaña creando un nido de orden y sabiduría para todo lo que existe, trayendo descanso y Shalom, o paz, a La Creación.
La cercanía de La Shekhinah es lo que se celebra en el Shabbat, el tradicional sábado de descanso judío, donde la casa del devoto se convierte en un templo y es la mujer de la casa quien oficia el rito y no un sacerdote.
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.La Sabiduría es la vida del Árbol de la Vida
Como vemos arriba, Sofía se desplaza en forma de un zigzag llamado el Rayo Luminoso y en su descenso crea el resto de la realidad objetiva a tráves de las Diez Sefirot de Sabiduría, con nombres como Entendimiento, Buen Amor y Buen Juicio, entre otros, terminando el Rayo con La Shekhinah o Presencia.
Lo relevante de estos detalles para nosotros es que ambos polos de la dinámica divina son femeninos. Además ofrecen un vistazo a la metafísica gráfica de la Kabbalah y a su filosofía positiva ante lo femenino y la vida.
Sofía juega un papel crucial porque, en la Kabbalah, Ella es la compañera de Dios. En la Capilla Sixtina. Michelangelo la muestra sosteniendo al Creador en su Creazione di Adamo.
Miremos esto con detenimiento.
Para los kabbalistas, cada palabra de la Biblia se lee con verdadera literalidad pues, para ellos, Dios nunca se equivoca.
De acuerdo a los Proverbios 8: 28-31 y a la tradición oral rabínica, todo lo que existe está hecho con Sofía.
“Cuando afirmó las nubes en el cielo
y reforzó las fuentes del mar profundo,
cuando ordenó a las aguas del mar
no salirse de sus límites,
cuando puso las bases de la tierra,
allí estaba yo a su lado.
Yo era su constante fuente de alegría
y jugueteaba en su presencia a todas horas;
jugueteaba en el mundo creado
¡Me sentía feliz por el género humano!“
Proverbios 8: 28-31
Para aclarar, El Creador es la unidad, lo que no se mueve ni cambia, el plan perfecto, mientras que Sofía es la ejecución sabia y dinámica del plan.
En su obra Kosmic Kabbalah Art, el artista David Friedman representa esta pareja como vemos abajo: la Unidad invisible y contenida es la raíz de todo y el follaje es la Creación, con flores en llamas, arregladas en la forma del Árbol de la Vida.
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La vida como femenina y sagrada es una idea común que vemos, consciente o inconscientemente, en muchas tradiciones. Por ejemplo, esta Virgen de Guadalupe del siglo XVIII está contenida en un manto celeste, indicando que Ella es el cosmos entero mientras la corona muestra su deidad.
Incluso el campo que la enmarca tiene una forma vaginal. Para el kabbalista el cosmos es femenino y sacro, como en Éxodo 3:5.
“...el lugar donde estás parado es tierra santa.“
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El Renacimiento del siglo XII fue posible al regresar a Europa obras muy importantes de la tradición filosófica perdidas en Occidente por setecientos años.
Estas ideas filosóficas son claves para entender las fuentes de la Kabbalah y la estructura de su metafísica.
Para simplificar, el estudiante de Sócrates, Platón y sus posteriores seguidores, organizaron su filosofía en cuatro niveles de sutileza: la materia, el alma, el espíritu y lo sagrado. Si recordamos, son paralelos a lo que sentimos al centrarnos.
Los kabbalistas ven esos niveles como los Cuatro Mundos. Abajo podemos ver esos mundos interconectados por líneas tenues que muestran la fuente de la geometría de este Árbol de la Vida.

Los más destacados innovadores de la psicología, Sigmund Freud y Carl G. Jung, elaboraron un sistema psicológico que abarcaron los cuatro niveles que hemos visto.
Freud se enfocó en el primer y segundo nivel: el consciente egoico-corporal de la infancia y el inconsciente personal respectivamente.
El tercer y cuarto nivel fue explorado por Jung, quien demostró la existencia del espíritu, a lo que llamó el Inconsciente Colectivo. Él también postuló el cuarto nivel psicológico, al cual denominó la Función Religiosa. Esta otorgaba la visión que lograba la cura más profunda de sus pacientes.
La gráfica que sigue es una microhistoria de la psicología narrada sobre los Cuatro Mundos.
El método esotérico es ampliar la percepción de la realidad. Por cierto, el eso de la palabra esotérico significa interior.
Se trata de una experiencia íntima de democracia interior que genera cierta extasía espiritual, a veces muy sutil. Aunque en realidad se produce más veces de lo que usualmente distinguimos. El entrenamiento del kabbalista agudiza esa percepción. Le llaman tener Visión Espiritual.
Cada escuela esotérica tiene sus propios métodos, pues tiene que utilizar los recursos del momento histórico y su cultura para lograr resultados en el interior del practicante.
La dificultad es lograr que la Sabiduría entre más allá de la muralla de sus ideas y juicios preconcebidos. Para esto, un método esotérico, entre muchos, es observar en cuatro pasos progresivos.
Primero es observar atento, con el cuerpo, como un animal con hambre. Segundo es observar honestamente con el corazón, como un humano maduro que puede ver más allá de sí. Tercero es observar el asombro que siempre surge al mirar honestamente a la vida, sin tantos filtros defensivos. Por último, observar el gozo y la paz que trae estar completamente presente, acudiendo a la vida tal cual es.
Esto es humano. De hecho, cuando estamos enamorados miramos desde cuatro niveles; como animal, como humano, asombrados y en éxtasis. En esos momentos todo se ve sabio, relacionado, hermoso y sacro. Todo quiere con todo.
Por eso decimos que la Kabbalah es una historia de amor.
Mineral, vegetal, animal, humana y visionaria